Ocupando árboles libres

Decía una de las canciones más populares que cantaba nuestro querido Presi ( q.e.p.d.)

 “-  Dime xilgerín parleru, dime qué comes.

  –  Como arenines del mar del campu flores.”

 

Es cierto que en las ciudades no disfrutamos de los sonidos de la naturaleza que se pueden escuchar en los entornos rurales, pero aún así, tenemos algunas especies como los jilgueros, que nos visitan, y nos regalan sus cantos y su belleza.

Hasta hace unos días, en el árbol que tenemos delante de la oficina de la Agencia Asturias, un jilguero nos deleitaba con sus cantos y reclamaba un espacio para construir “su casa” y formar una familia; después de unos días le vimos llegar acompañado de una coqueta “jilguera“, y observamos cómo construían su nido con el mayor esmero; durante trece días solo se veía un trocín de la cola del que estaba incubando los huevos. Llegaron días de viento y lluvia, y ahí seguían aferrados a su hogar.

Casi sin darnos cuenta, un buen día oímos un leve piar y al mirar desde el primer piso de la oficina (donde está el departamento de administración) vimos  unas cabecitas desplumadas reclamando comida y a unos padres muy ocupados dando viajes sin parar para alimentarlos.

Llegó el momento en que echamos en falta el piar de los jilguerinos pidiendo comida y, siguiendo las leyes de la naturaleza, nos demostraron que la vida sigue, y pudimos comprobar que ya toda la familia se había ido del árbol.

Ya lo decía mi güelu el de Sariegu:

“Abril güeveril, Mayo paxarayo”.

Esta misma historia se ha repetido  en los árboles de la Avenida de Manuel Llaneza, en los de la Avenida de la Argentina y me imagino que en los árboles de otras muchas calles más de Gijón, de Oviedo y de toda Asturias.

Seguramente hay múltiples factores que desencadenan el comportamiento de estas aves, pero desde luego, está claro que es un precioso regalo de la naturaleza, una nota de alegría y color que nos acerca más a ella en nuestro día a día de trabajo.

Que se haya esperado a que marcharan los jilgueros del nido para publicar este post, tampoco es casualidad…  pues “aunque los neños ya no anden a ñeros, vale más prevenir“.

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