Uno de los elementos con los que puedes identificar a Asturias es el hórreo. Para mí, además de ser un símbolo de este “Paraiso Natural”, encarna el espíritu previsor de la gente humilde, el sudor de la gente del campo, la satisfacción y el fruto del trabajo de la tierra, y me transporta a los mejores momentos de mi infancia…
Para aquéllos que no lo conozcáis, os lo presento:
“Sobre los hórreos y paneras asturianos se desconoce exactamente su origen, aunque podría remontarse hasta el Imperio Romano. Hay quienes creen que los gigantescos cajones de madera llevados sobre ruedas a los campamentos romanos en las campañas de conquista imperial (antecesores de las actuales caravanas) que eran abandonados con frecuencia, fueron aprovechados por los lugareños, colocándolos sobre unos apoyos, para usarlos de almacén dando lugar así al nacimiento del hórreo.
El hórreo suele ser muy simple en su perímetro construido normalmente por maderas de castaño y excepcionalmente por roble u otras maderas.
Los hórreos se pueden considerar como los primeros prefabricados de la construcción. Sus piezas van ensambladas sin un solo clavo, utilizando cuñas de madera.
Tanto las paneras como los hórreos eran vitales en una casa de labranza porque en ellos se almacenaban las cosechas y las carnes por sus cualidades de temperatura y conservación, estando, a la vez, aislados de los roedores y protegidos de los cambios de clima.
En Asturias, se pueden diferenciar los hórreos y las paneras según las zonas; en la zona central y oriental, están cubiertos de teja y en la zona occidental, de pizarra o paja.
El cuerpo del hórreo a menudo está decorado con dibujos, que pueden ser superficiales o perforados aprovechando sus huecos para dar ventilación al interior, con motivos muy diversos: a menudo soles o svásticas, pero también motivos florales, geométricos e inscripciones con mensajes generacionales dispuestos para contemplarlos e interpretarlos”.
