Cada vez es más frecuente encontrar perros de todo tipo y condición, desde el “canis vulgaris comunis” hasta el representante de la raza más sofisticada o exótica, esperando a sus dueños atados a la entrada de todo tipo de negocios, sobretodo farmacias y supermercados.
El sistema es el mismo que se empleaba en tiempos pretéritos en todas las posadas, tascas, molinos, herrerías y negocios al objeto de atar allí a las caballerías. Sencillo y efectivo: unas argollas de hierro incrustadas en la piedra de la fachada de los edificios, permitía hacer una parada dejando a los animales fuera…
Hoy en día, ese servicio que se daba a los clientes de antaño, se sigue dando: simplemente hemos cambiado los mulos, caballos y asnos por nuestras queridas mascotas.
Pero, ¿Hasta qué punto este pequeño detalle puede tener importancia en un negocio?
Imaginemos la siguiente situación:
Un ciudadano cualquiera paseando con su perro pasa delante de una frutería y, de repente, se acuerda de que su pareja le pidió que comprara unos paraguayos.
1) Frutería sin argollas: mira alrededor suyo y no encuentra dónde atar a su animal; hay un árbol pero queda lejos y fuera de su vista, por lo que descarta esa opción.
Consecuencia: se va sin compar la fruta.
2) Frutería con argollas a la entrada del establecimiento: el ciudadano ata allí a su perro, compra los paraguayos y de paso, medio kilo de plátanos, una lechuga y dos tomates para la ensalada.
Consecuencia: compra en el acto, además más artículos de lo que pensaba, se marcha satisfecho, su mujer estará también contenta, y el comerciante realizó una venta y se ganó un cliente que sabe que siempre que esté paseando a su perro puede hacer la compra.
Toda esta historia no daría mucho que pensar si no fuera por el pequeño detalle de que solamente en Gijón tenemos censados 16.652 perros a fecha 5-4-2012, según noticia publicada en el diario el Comercio. En la comunidad de Madrid en el año 2009 había censados 606.600 y se estima en unos 5.000.000 de canes los censados en toda España. (sr.perro.com).
En definitiva, demos facilidades a los clientes. A veces, un pequeño detalle marca la diferencia y determina el éxito en la captación y la fidelización de nuestros clientes.
Para algunos, ganar o perder un cliente puede ser cuestión de disponer o no de argollas.